En la Ciudad Jardín de Venezuela, donde el eco de los cascos sobre la arena resuena en la memoria colectiva, Maracay guarda un legado hípico marcado por tres escenarios que definieron su identidad ecuestre y reflejaron las cambiantes pasiones de su gente.

1. El primer hipódromo de San Jacobo: 1913

En 1913, la visión modernizadora del General Juan Vicente Gómez comenzó a transformar Maracay. En los vastos terrenos de la antigua Hacienda San Jacobo, se construyó el primer hipódromo de la ciudad.

Aunque sencillo, el hipódromo contaba con una pista rectangular y una tribuna de madera reservada para Gómez y sus allegados. Era un espacio donde la élite local y los seguidores del hipismo se reunían para presenciar el elegante trote de los purasangres.

En este primer escenario, las carreras no solo representaban un espectáculo ecuestre, sino también un símbolo del poder y la influencia del General Gómez, quien personalmente seleccionaba algunos de los caballos participantes. Sin embargo, en 1921, los terrenos fueron adquiridos por la Nación para construir la Escuela de Aviación Militar, marcando el fin de esta primera etapa hípica.El lugar donde una vez se escucharon los cascos de los caballos se transformó en una base para aeronaves, y hoy en día, parte de esos terrenos albergan el Museo Aeronáutico, un espacio donde el legado militar y aeronáutico de Maracay se fusiona con su pasado ecuestre.

2. El segundo hipódromo: 1921

Tras el cierre del primer hipódromo, la pasión hípica en Maracay se trasladó a un nuevo escenario ubicado cerca de donde se levantaría la Plaza de Toros Maestranza César Girón. Inaugurado en 1921, este segundo hipódromo se distinguió por su arquitectura más robusta y moderna, con un palco presidencial de concreto armado que ofrecía una visibilidad óptima de las competencias.

En este escenario, las carreras se convirtieron en un evento más concurrido y accesible, atrayendo a un público diverso. Los caballos seguían siendo protagonistas de la vida social de Maracay, mientras el hipismo consolidaba su espacio como un espectáculo central en la cultura local.

Durante los años 30 y 40, este hipódromo fue escenario de competencias memorables donde surgieron caballos legendarios y jinetes que se convirtieron en ídolos locales. Las gradas vibraban al ritmo del galope, mientras las apuestas y los rumores se mezclaban en un ambiente cargado de emoción y adrenalina.Sin embargo, con el paso de las décadas y el crecimiento urbano, este hipódromo cerró sus puertas en 1966, dando paso al Museo de Arte Contemporáneo Mario Abreu, un centro cultural que celebra las manifestaciones artísticas de la región.

3. Del galope al rugido: el autódromo de San Jacobo (1952)

La tercera etapa de la historia hípica de Maracay se desarrolló en 1952, cuando los terrenos de la Hacienda San Jacobo se transformaron en un autódromo automovilístico.

En lugar del trote elegante de los caballos, ahora se escuchaban los rugidos de los motores, en un circuito que atrajo a pilotos y aficionados del automovilismo. Este autódromo fue un símbolo de la transición de la ciudad hacia un nuevo tipo de espectáculo, más veloz y cargado de adrenalina.

Las competencias de coches rápidamente capturaron la atención del público. Los fines de semana, la pista se llenaba de entusiastas del automovilismo que acudían a ver las carreras, donde pilotos locales y nacionales competían por la gloria en un asfalto que antes había sido tierra de caballos.

El autódromo funcionó hasta 1957, momento en el cual la visión automovilística se trasladó al Autódromo de Turagua Pancho Pepe Croquer, consolidando así una nueva era de competencia y velocidad en Aragua.

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