En el corazón del Parque Nacional Henri Pittier, donde la selva nublada se entrelaza con las montañas, se alza la Estación Biológica Dr. Alberto Fernández Yépez, cariñosamente conocida como Rancho Grande. Este lugar es un testimonio vivo del legado científico y natural de Venezuela, un espacio donde la historia y la biodiversidad se entrelazan en un abrazo eterno.
Orígenes de un sueño inacabado
En la década de 1920, el General Juan Vicente Gómez, fascinado por la majestuosidad del paisaje aragüeño, concibió la idea de construir un lujoso hotel de estilo art déco en estas tierras. Sin embargo, la muerte del dictador truncó sus planes, dejando tras de sí una estructura imponente, un palacio inconcluso que se erige como un monumento a la fugacidad de los sueños.
Los senderos que rodean Rancho Grande aún guardan los vestigios de aquella época, cuando la zona era una próspera hacienda cafetalera. Las ruinas de los antiguos caminos y las terrazas agrícolas narran la historia del arduo trabajo de quienes cultivaron estas tierras antes de la creación del parque.
Nacimiento del Parque Henri Pittier
En 1937, el botánico suizo Henri Pittier, un amante de la flora venezolana, propuso transformar estas tierras en el primer parque nacional del país. Así nació el Parque Nacional Henri Pittier, un santuario de biodiversidad que protege la selva nublada y sus ecosistemas únicos.Con la creación del parque, Rancho Grande pasó de ser un proyecto inconcluso a convertirse en un centro de investigación biológica.
En 1950, el zoólogo alemán Ernst Schäfer, en colaboración con la Universidad Central de Venezuela, impulsó la conversión del edificio en la Estación Biológica Dr. Alberto Fernández Yépez.
Un epicentro para la ciencia y la investigación
Desde su fundación, Rancho Grande ha atraído a científicos de renombre mundial, como William Beebe y Alexander Wetmore, quienes dejaron un legado invaluable en el estudio de la fauna venezolana.
En 1990, se inauguró el Museo de Biología, un espacio que alberga la colección de vertebrados más completa de Venezuela. En sus vitrinas, se exhiben esqueletos de grandes mamíferos, aves de plumajes exóticos y reptiles conservados en formol, ofreciendo un vistazo único a la riqueza faunística del país.
Un refugio para las aves migratorias
Rancho Grande es también un punto estratégico en la ruta migratoria de aves. Cada año, miles de aves provenientes de Norteamérica atraviesan el parque, ofreciendo un espectáculo de colores y sonidos que nos recuerda la fragilidad de la vida silvestre.
Para los observadores de aves, Rancho Grande es un paraíso natural, un lugar donde se pueden avistar especies endémicas y migratorias en un entorno protegido y sereno.
Monitoreo climático y legado científico
Los registros de pluviosidad de Rancho Grande, que se remontan a décadas atrás, son una ventana al pasado climático de la región. Estos datos han sido esenciales para comprender los ciclos del agua, los efectos del cambio climático y la relación entre la lluvia y la biodiversidad.
Hoy en día, los estudios sobre el clima y la fauna continúan en Rancho Grande, consolidando su rol como centro científico y educativo en Venezuela.
Un símbolo de conservación en Aragua
Rancho Grande es mucho más que un centro de investigación; es un símbolo de la historia, la ciencia y la conservación en Venezuela.
Los visitantes pueden recorrer sus senderos, respirar el aire puro de la selva nublada y explorar un lugar donde el pasado y el presente convergen, recordándonos la importancia de preservar nuestro patrimonio natural y científico.
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