En los años de poder absoluto del General Juan Vicente Gómez, Maracay se convirtió en el epicentro del control político y militar en Venezuela. En ese escenario, emergió una figura rodeada de misterio: Eloy “el indio” Tarazona, un hombre de origen colombiano que pasó de ser edecán y jefe de seguridad de Gómez a ser el depositario de uno de los secretos más intrigantes de la historia venezolana: el tesoro perdido de Gómez.

Un hombre entre el poder y la prisión

Con la muerte de Gómez en 1935, Tarazona se convirtió en el centro de acusaciones de conspiración, perdiendo la protección del régimen y terminando tras las rejas. Los juicios en su contra revelaron una red de impunidad y corrupción que lo había protegido durante años, y en Maracay, centro del poder gomecista, su caída fue tan estruendosa como su ascenso.

Durante su encarcelamiento, Tarazona se convirtió en un hombre obsesionado con mantener el control sobre el secreto dorado. Sus compañeros de celda contaban que, a altas horas de la noche, murmuraba sobre el oro escondido, los baúles sellados y la promesa que había hecho a Gómez de nunca revelar su ubicación. Esos murmullos, cargados de misterio y avaricia, se extendieron rápidamente por la prisión, despertando la curiosidad tanto de los reclusos como de los guardias.

Sin embargo, tras un breve exilio en Colombia, Tarazona regresó a Venezuela en busca de una fortuna perdida: ocho baúles repletos de oro, esmeraldas, brillantes y antiguas monedas venezolanas, supuestamente enterrados por Gómez y conocidos solo por Tarazona. La leyenda situaba este botín en las propiedades del dictador en Maracay, especialmente en los terrenos cercanos a la Base Aérea El Libertador.

El secreto dorado y el mago Fassman

José Mir Rocafort “Fassman”

En 1952, bajo el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, Tarazona fue arrestado nuevamente. Esta vez, el régimen estaba dispuesto a recurrir a métodos insólitos para arrancarle la ubicación del tesoro. Fue entonces cuando surgió el nombre de José Mir Rocafort, conocido como Fassman, un mago español especializado en hipnosis.

Fassman fue llevado a la prisión del Cerro de Obispos, donde Tarazona estaba recluido. Bajo la tenue luz carcelaria, el ilusionista intentó hipnotizar a Tarazona para que confesara la ubicación del tesoro. Pero Tarazona, astuto y receloso, simuló un trance y declaró que el espíritu de Gómez le impedía revelar el secreto. Fassman, irritado por la burla, abandonó la celda vociferando su frustración por haber sido engañado.Este episodio dejó entrever la astucia de Tarazona, quien supo jugar con las creencias de sus captores. Para él, mantener el secreto dorado era su única carta para sobrevivir en prisión, una moneda de cambio que le aseguraba protección y res

Un tesoro que nunca apareció

Tarazona falleció en prisión en 1953, sin revelar jamás la ubicación del tesoro. Su historia, sin embargo, no terminó allí. Relatos de descendientes y allegados, como la señora Bello y la señora Rumay, aseguran que el tesoro fue enterrado en algún punto de Maracay, pero las búsquedas exhaustivas no arrojaron resultados.

En los años 60, durante la construcción de nuevas edificaciones en Maracay, se desataron rumores de hallazgos de monedas antiguas y lingotes de oro. Ninguno de estos hallazgos fue confirmado oficialmente, pero las historias persistieron, alimentando la leyenda del tesoro perdido y convirtiendo a Maracay en un imán para buscadores de fortuna y curiosos dispuestos a desenterrar la historia.

Un legado de poder, misterio y avaricia

Hoy, la leyenda del secreto dorado de Gómez sigue viva en Maracay, alimentando las especulaciones sobre riquezas enterradas y secretos que el tiempo no ha logrado desenterrar. Las propiedades que alguna vez pertenecieron a Gómez y Tarazona han sido objeto de excavaciones clandestinas, pero hasta ahora, el oro sigue siendo un fantasma esquivo, un testimonio del poder y la avaricia que marcaron una de las épocas más oscuras de la historia venezolana.

En las calles de Maracay, los más viejos aún cuentan historias sobre Tarazona, el hombre que lo tuvo todo y lo perdió todo, pero que hasta el último suspiro se aferró a un secreto que jamás reveló.

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