En el corazón de Venezuela, Maracay, la Ciudad Jardín, resuena con ecos de alegría y esplendor cada temporada de Carnaval. Esta tradición, arraigada desde el siglo XIX y elevada a su máxima expresión durante el gobierno del General Juan Vicente Gómez, nos invita a un viaje en el tiempo, donde la elegancia, el color y la algarabía se entrelazan en un espectáculo inolvidable.

Desde sus inicios, los Carnavales de Maracay se distinguieron por su espíritu festivo y creativo. Juegos de agua y harina, bailes populares y máscaras improvisadas llenaban las calles de energía y diversión. Las primeras comparsas, aunque sencillas, presagiaban el grandioso espectáculo que estaba por venir.

Gómez y el auge de los Carnavales de Maracay

Con la llegada del General Juan Vicente Gómez, Maracay se convirtió en el epicentro de la celebración. Enamorado de su ciudad, el “Benemérito” se involucró personalmente en la organización de los Carnavales, elevando los desfiles a un nivel de majestuosidad sin precedentes. Carrozas que parecían sueños flotantes, comparsas ingeniosas y la participación activa de la familia Gómez crearon un ambiente de ensueño.

A diferencia de otras celebraciones, el Carnaval maracayero se caracterizaba por su orden y solemnidad. Los desfiles transcurrían con impecable organización, reflejando la meticulosa supervisión del General Gómez. Sin embargo, la alegría también tenía su espacio, con bailes de disfraces y competencias entre barrios que llenaban de jocosidad la celebración.

El testimonio de Doña Cristina Gómez

Doña Cristina Gómez, hija del General, nos legó un invaluable testimonio de aquellos días de esplendor. En una entrevista realizada en 2006 para una revista de circulación nacional, a sus 90 años, recordó con lucidez los detalles de los Carnavales de su juventud.

Las damas de la alta sociedad maracayera, como las familias Nouel, Arráiz y Uribe, se unían para crear carrozas espectaculares, adornadas con flores, telas y otros elementos coloridos. El desfile recorría las principales avenidas de Maracay, contagiando de alegría a todos los presentes.

Bailes de gala y disfraces exclusivos

La fiesta continuaba por la noche en el Hotel Jardín. Los bailes de gala eran el escenario perfecto para lucir elegantes trajes y disfrutar de la música. La última noche de carnaval, la diversión se intensificaba con los bailes de disfraces. Un dato curioso es que durante el gomecismo, las normas sociales imponían restricciones: solo las mujeres solteras podían disfrazarse.

Doña Cristina, entonces soltera, mencionó que en 1933 la talentosa Rebeca Lemus, quien viajaba desde Caracas para confeccionar los disfraces de la familia Gómez, le elaboró un disfraz de española que robó las miradas de los presentes.

Los carnavales en los barrios populares

Juan Vicente Gómez, siempre atento a su pueblo, ordenaba que las carrozas también pasaran por los barrios más humildes, donde se lanzaban caramelos a los niños. Su alegría era contagiosa, y su sonrisa desde el balcón presidencial es un recuerdo imborrable en la memoria de los maracayeros.

Aunque muchos de los trajes y recuerdos de aquella época se perdieron tras la muerte de Gómez en 1935, el legado de los Carnavales de Maracay perdura en la memoria colectiva. Al revisar las páginas que narran las glorias de nuestros carnavales, es inevitable sentir nostalgia por tiempos que no volverán.

El legado de los Carnavales de Maracay

Los Carnavales de Maracay en la época de Gómez fueron una celebración llena de elegancia, color y alegría, que reflejaba el espíritu vibrante de una ciudad que aún conserva su encanto. Esta herencia cultural, arraigada en el corazón de los maracayeros, nos invita a recordar y celebrar nuestro pasado, manteniendo viva la llama de la alegría y el legado histórico.

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